Günter Stemberger en su libro "El judaísmo clásico" (editorial Trotta, Madrid, 2011), explica:
"A comienzos del siglo III se habían estabilizado, en cierta medida, las relaciones de los judíos de Palestina con el gobierno romano. En general, la dinastía de los Severos (193-235) sentía simpatía por los judíos y, al mismo tiempo, la situación económica era propicia. Se puede interpretar también positivamente un hecho que afectó no sólo a los judíos, sino a todo el imperio romano: la proclamación de la Constitución Antoniana por parte de Caracalla en el año 212. Gracias a esta ley consiguieron el derecho a ciudadanía romana todos los habitantes de las provincias y con ella también los judíos. En realidad, el objetivo que había detrás de esto ea, sobre todo, conseguir ensanchar la base de los contribuyentes y por ello sustentar la economía del Estado. Desde ese momento los judíos también podían ser en mayor número miembros de los consejos de la ciudad. Esto era un honor costoso, pues los miembros de la curia eran responsables de la suma total de los impuestos de su comunidad; además, tenían que realizar ciertos gastos de su propio bolsillo para su comunidad, de manera que R. Yojanán, más o menos a mediado de siglo, le aconsejó a uno que había sido escogido para la curia huir por el Jordán: "Si te han nombrado [miembro] de la boulé (consejo de la ciudad), que sea el Jordán tu frontera"..., ya que el versículo de Gn 23,12: "Sálvame de la mano de mi hermano, de la mano de Esaú" (es decir, de Roma), se refiere al "malvado imperio, el cual echa un ojo envidioso a los bienes del hombre: si fulano es rico, lo haremos arconte (magistrado de la ciudad), si mengano es rico, lo haremos bouleutës (miembro del consejo de la ciudad)"... (Página 27)
"El Talmud nos informa con satisfacción que los judíos, como único grupo, fueron dispensados bajo Diocleciano de las libaciones generalmente exigidas como muestra de lealtad (TJ AZ 5,4 44d). En aquel tiempo los samaritanos ofrecían las libaciones requeridas"... (Página 29).
"Una fractura profunda en la historia del Imperio romano, especialmente para los judíos, tuvo lugar con el acercamiento de Constantino hacia el cristianismo...
Hasta la época de Constantino existieron pocos cristianos en Palestina. Según informa Hegesipo, la comunidad originaria, principalmente judeocristiana, había huido durante los comienzos de la insurrección judía contra Roma a Pella, en la Transjordania. Probablemente algunos volvieron después del 70 , pero con la fundación de Aelia Capitolina en el año 135 se les prohibió la entrada en la ciudad a todos los circuncisos, con ello también a los judeocristianos; únicamente a los cristianos de origen no judío se les permitió que permanecieran. Solo en el siglo III los cristianos experimentaron un gran crecimiento en Palestina, especialmente cuando Cesarea se convirtió en un centro cristiano, donde Orígenes enseñó y más tarde Eusebio llegó a ser obispo.
Bajo el dominio de Constantino se extendieron las comunidades cristianas por toda Palestina, pero sobre todo en la llanura costera."
(Páginas 29-30)
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