1º ESO

lunes, 29 de enero de 2018

Mito y logos

En el libro Introducción a la filosofía (2012), Amparo Momparler Pechuán escribe:


“La filosofía nace como una crítica al mito (del griego mythos: discurso, narración). ¿Qué es un mito? Un mito es un relato o historia en el que intervienen seres sobrenaturales: dioses, héroes, y que de algún modo pretende explicar la existencia de una realidad.


A su modo el mito intenta responder al enigma de por qué la realidad es tal como es y de cuál es el puesto del individuo en ella. Es, pues, un intento de situar al hombre en el mundo. Pero para ello el mito se sirve más de la imaginación  que dé la razón, el mito por tanto, no es racional. Esta concepción del mundo se encuentra en la colección de relatos atribuidos al poeta Homero (siglo VIII a.C.), La Illíada y La Odisea... (Página 15)

En la visión mítica, el mundo es un caos, todo es arbitrario y esto genera incertidumbre y angustia. Los sucesos del mundo dependen del capricho de los dioses. Si había una inundación era porque alguna divinidad estaba enfadada con la comunidad. Por el contrario, en la visión racional el mundo se ve como algo ordenado y regido por leyes estables que se pueden descubrir. Con el logos se introduce la noción de cosmos, de necesidad, orden. Esto es, las cosas suceden según un orden racional, lo cual genera confianza. Los griegos sintieron la necesidad de introducir elementos racionales, el logos, en los mitos. El paso de mito al logos consiste en el progresivo abandono de la imaginación y su sustitución por la razón, el logos.” (Página 16)





Tarea


Con estos dos conceptos en mente (mito y logos):
1. Lee Juan 1:1-14 
2. ¿Por qué Juan habla de Jesús como el Logos?
3. Escribe una paráfrasis de los versículos que se refieren a Jesús, usando tus propias palabras.

jueves, 25 de enero de 2018

La sinagoga

Siglo III a.C./ Siglo VI d.C.


En su libro Historia Universal de los judíos (1992; páginas 59-59), el profesor Élie Barnavi, explica:

"El Templo (beit ha-mikdash) era un lugar único, el centro y el símbolo del pueblo judío unido en torno a su capital; la sinagoga (beit ha-knesset) representa la institución de un judaísmo plural y descentralizado, que aprende a sobrevivir sin soberanía política. A pesar de una o dos tentativas efímeras (como Elefantina, en el Alto Egipto), el Templo no tenía sentido sin Jerusalén; las sinagogas están presentes por todos los lugares donde vive una comunidad judía. El Templo debe ser un edificio imponente, servido por la clase sacerdotal y organizado en torno a los sacrificios; la sinagoga se contenta con cualquier ubicación, sólo se distingue, en definitiva, por la presencia de un rollo de la Torá, sólo se reconoce como fuente de autoridad el dominio del texto sagrado, y se ignoran los sacrificios. La sinagoga no es un pequeño templo: es otra forma, extraordinariamente flexible, de organización religiosa, social y cultural del pueblo de Israel.

Sus orígenes permanecen oscuros. En el Templo del Talmud, su estatuto está tan bien fijados, que los maestros babilónicos (amoraim) se remontan al exilio siguiente a la caída del primer Templo (586 a.C.). Naturalmente, ellos reaccionan de acuerdo a lo que tenían delante de sus ojos -una institución que funciona principalmente como casa de oración. Los maestros del Talmud suponen que las sinagogas fueron fundadas en Babilonia, después en Eretz-Israel, debían llenar el vacío dejado por la desaparición del Templo construido por Salomón. 

Ahora la sinagoga solo desempeña ese papel después de la destrucción del segundo Templo (70 d.C.). Tal como la describen la mayor parte de nuestras fuentes (Filón de Alejandría, Flavio Josefo, el Nuevo Testamento...), ella sirve principalmente, de centro comunitario para usos múltiples - al mismo tiempo centro de estudio y de lectura pública de la Torá, gabinete administrativo, sede del tribunal local, punto de encuentro de noticias, lugar de recogida de fondos en beneficio de los pobres, etc. 

Y es muy posible que la sinagoga no cumpliera exactamente las mismas funciones en la Diáspora y en Palestina. Las comunidades del espacio greco-romano, especialmente en Egipto, la llamaban proseukhé "lugar de oración", mientras que en Eretz-Israel es llamada sinagoga "lugar de reunión".




Las excavaciones establecen sin dudas, la anterioridad de las sinagogas de la Diáspora. En Egipto, por ejemplo, existe establecimientos desde el siglo III a.C., o sea, más de tres siglos antes de las primeras sinagogas palestinas, todas fundadas por después de la caída del segundo Templo: Masada y Herodion en Judea, Gambla en el Golán, etc. 

Seguramente en el siglo I de nuestra era, esa institución ya constituía por todas partes, un trazo distintivo de las comunidades judías. Así lo narran los viajes de Pablo: la mayor parte de las veces, el apóstol encuentra a su auditorio, "judíos y gentiles temerosos de Dios", en la sinagoga local.



Es a partir de la caída del segundo Templo, que la sinagoga cambia de manera significativa su actividad: sigue siendo un lugar para distintas funciones, se vuelve un lugar de oración pública, desde entonces, la principal manifestación de actividad comunitaria. En la época del Talmud, cualquier comunidad con varias centenas de familias poseían su sinagoga; ¿no la cuenta un texto talmúdico entre los establecimientos que deben existir obligatoriamente en una ciudad para que el Sabio de la Torá pueda permanecer ahí?



Por eso ella atrae la ira de los "Padres de la Iglesia". Al fin del siglo IV y principios del V, la legislación romana multiplica los textos que prohíben la construcción de nuevas sinagogas, que prescribiendo la demolición de una casa existente, donde los riesgos de disturbios no son demasiado graves, se procede a la confiscación en beneficio de la Iglesia católica o del Tesoro imperial. Es cierto que otras protegen el derecho de los judías de disponer de sus lugares de culto, pero ellas revelan tanto la violencia de las masas, como la voluntad recurrente del ejército de alojar en ellas, en prejuicio del derecho, militares y funcionarios.


                         Sinagoga de Bar´am. Alta Galilea. Siglo III.             Mosaico "bizantino" de la sinagoga de                                                                                    Beit She´an, siglo VI.

Curiosamente, al mismo tiempo, la arquitectura de las sinagogas palestinas goza de buena salud. Es poco frecuente encontrar grabada en la piedra la fecha precisa de la construcción de las sinagogas; pero hoy se sabe que ellas remontan en su mayoría al periodo comprendido entre los siglos IV y VII. Se distinguen tres tipos principales. Uno se presenta como un edificio suntuoso, algunas veces de dos plantas, con paredes altas, hechas de grandes piedras habilmente talladas y una fachada imponente que se podía ver desde lejos. El ejemplo más célebre sigue siendo la sinagoga de Kfar Nakhoum (Capernaum), al norte de Tiberias, pero también se han encontrado otras en Galilea (Bar´am, Meiron, etc.). Orientados hacia Jerusalén, los edificios de este género no parecen tener dispuesto una Arca de la Alianza fija, lo que corresponde perfectamente a lo que se sabe por las fuentes literarias de la época: los rollos se encontraban en una sala lateral, de donde eran traídos a la sala central en el momento de la lectura pública de la Torá.


Sinagoga de Beit Alfa. Mosaico del siglo VI.

El otro modelo es la "basílica", muy semejante a las iglesias de Oriente: una estructura alargada, con columnas que dividen el espacio en una sala rectangular y dos naves laterales. La pared orientada hacia Jerusalén, dispuesta en ábside, ya contenía probablemente, un Arca fija. La puerta de acceso a la sinagoga se ubicaba en el frente. El hecho de estar orientada hacia Jerusalén debe haber influido en la adopción de esa arquitectura, que marcaba la orientación; donde la tendencia para considerar el edificio "monumental", como el más antiguo de los dos (siglo III y IV), porque las construcciones que presentan características comunes son consideradas del tercer tipo, llamado "de transición". Una tipología demasiado cronológica tal vez, en parte abandonada por la arqueología moderna en beneficio de un abordaje más preocupado en las diferencias regionales."   


El testimonio de la arqueología





Mosaico de la sinagoga en Ein Ghedi (detalle). Desierto de Judea, siglo VI.


jueves, 18 de enero de 2018

La mirra

La mirra[1]


Nombres comunes: mirra, mirra dulce, mirra amarga.

Nombres botánicos: Commiphora molmol, Commiphora myrrha.

Parte utilizada: goma-resina que exuda el tronco.

Hábitat y origen: árbol aromático que crece principalmente en las regiones áridas del noreste de África (Egipto, Sudán, Somalia, Etiopía, Eritrea), así como en la Península Arábiga, en particular en Yemen y Omán.

Historia de la mirra


Según la Biblia, la mirra era uno de los tres regalos que los sabios de Oriente traían como ofrenda al Cristo recién nacido. Esto significa que se ha utilizado durante mucho tiempo y que alguna vez se le dio una importancia considerable. Los egipcios lo usaban diariamente en sus rituales sagrados y cuando embalsamaban a sus faraones. Durante la lucha, los soldados griegos siempre la tenían a mano porque conocían sus propiedades antisépticas y antiinflamatorias. Se usó para limpiar heridas y prevenir infecciones o detener la progresión de la gangrena cuando la infección ya existía.

En el Medio Oriente, la mirra ha sido utilizada durante milenios en la medicina tradicional. En África oriental y Arabia Saudí, por ejemplo, se usa como antiinflamatorio y para aliviar el dolor reumático. El uso de la mirra en la medicina tradicional también ha persistido en la India, especialmente para el tratamiento de úlceras orales, gingivitis y faringitis. En la medicina tradicional china, la mirra se usa, a menudo en combinación con otras hierbas, para tratar lesiones traumáticas, hemorroides y para estimular la circulación sanguínea en ausencia de menstruación o dolor menstrual, por ejemplo.

Uso actual



En los Estados Unidos, la mirra ya forma parte de la farmacopea oficial: se utiliza en forma de enjuague bucal. En Europa, se incorpora en muchas preparaciones medicinales para tratar la inflamación de las membranas mucosas de la boca y la garganta. En Alemania, por ejemplo, se usa para tratar la candidiasis oral (infección por hongos) en bebés. Varias pastas de dientes vendidas en tiendas de alimentos naturales contienen mirra y en Europa, se pueden encontrar dentífricos que contienen 10% de mirra.

Las propiedades astringentes, antisépticas y curativas de la mirra también la hacen útil para aliviar las hemorroides, el eczema, las inflamaciones y las irritaciones de la piel. Estimulante, también se ha usado como expectorante para resfriados y otras infecciones del tracto respiratorio y para promover el ciclo menstrual. En el Medio Oriente, el aceite de esencia de mirra a veces se usa, internamente, para tratar la diarrea y la disentería; sin embargo, estos usos deben ser bajo la supervisión médica.

Investigación y redacción: Pierre Lefrançois et Françoise Ruby
Revisores: Danielle Julie Carrier, profesora, ingeniera en biología y en agricultura, Universidad de Arkansas, julio 2006.




[1] Copiado y traducido de: https://www.passeportsante.net/fr/Solutions/PlantesSupplements/Fiche.aspx?doc=myrrhe_ps