Desde el libro de los Hechos a Nerón
Breve Historia de la Iglesia Cristiana
Howard F. Vos (Editorial Portavoz, 1988, Grand Rapids, Michigan.)
“Pero los creyentes no habían de
dedicarse meramente al disfrute de un estado de éxtasis. De esto se dieron
cuenta por medio de la persecución que iniciaron contra ellos los sacerdotes
del Templo (Hch. 4). El aceptar al Señor era asunto serio; llevaba implícito el
sufrimiento por Él. ¿Acaso eran ellos mejores que Él? El mundo le odió; habría
de odiar también a sus seguidores (Jn. 15:18-19). La persecución arreció cada
vez con mayor frecuencia e intensidad. Primero, vinieron las advertencias,
luego los azotes, y por fin la muerte. El primer mártir cristiano fue Esteban
(Hch. 7:54-60). Pero la persecución produjo un efecto contrario al deseo que la
originó. Los miembros de la iglesia de Jerusalén fueron esparcidos por toda
Judea y Samaria, y hubo allí un gran despertamiento espiritual. Se estaba
realizando allí el cumplimiento de la comisión del Señor de predicar el
evangelio en Jerusalén, Judea, Samaria y hasta los últimos extremos de la
tierra (Hch. 1:8).
En estas circunstancias un tal
Saulo de Tarso, un devoto fariseo que había participado en la persecución de
los cristianos y que había estado presente en el apedreamiento de Esteban, se
tornó en el más celoso perseguidos de los cristianos… (Hch. 9)… Mientras tanto
la iglesia en Palestina seguía en aumento y Pedro inició la evangelización de los gentiles con la
familia de Cornelio… (Hch. 10). También la iglesia en Siria crecía con gran
rapidez, y fueron denominados “cristianos” los discípulos precisamente en la ciudad
siria de Antioquía. (Paginas 10-11)
Los otros apóstoles también
desplegaron actividad durante aquel primer siglo… Según la tradición, Bartolomé
predico en Armenia; Tomás en Partia, Persia e India; y Marcos… en Alejandría…
Si hemos de confiar en estas tradiciones respecto a los apóstoles y los
dirigentes de la iglesia primitiva, por medio de estos hombres y los que por
ellos fueron convertidos, el evangelio penetró en las importantes zonas
pobladas de Europa, Asia y África antes de finalizar el primer siglo.
De haber sido evangelizada la
India en el primer siglo, es lo más razonable suponer que los creyentes también
llegaron a la China con el mensaje cristiano. Además, había súbditos romanos
que mercadeaban directamente con la India y a través de intermediarios, con la
China durante los siglos primero y segundo después de Cristo. Por cuanto las
ideas fluyen a través de las arterias comerciales, es posible que el Evangelio
llegara al Lejano Oriente de esta manera. También hay evidencias de que el
evangelio llegó a Bretaña en el primer siglo. Sobre la cuestión general de la propagación
del evangelio por todo el imperio, téngase presente el gran número de países
que estuvieron representados en Pentecostés: Partia, Media, Masopotamia,
Capadocia, Ponto, Asia, Frigia, Panfilia, Egipto, Libia, Creta, Arabia y Roma
(Hch. 2:9-11). No cabe duda de que estos convertidos habrían dado testimonio de
Cristo a su regreso a sus países. También Pablo y otros evangelizaron en
ciudades donde había transeúntes en gran número, como en Corinto, Efeso,
Antioquía, etc. (Páginas 12-13)
Las razones de los judíos para
perseguir a la iglesia eran diferentes de las de los romanos. Los dirigentes
judíos temían la pérdida de su posición en el judaísmo si el cristianismo
aumentaba en número considerable. Otros creían que el cristianismo era una perversión peligrosa de la verdadera
fe y que como tal debía extirparse.
Las razones de la persecución
romana eran mucho más complejas. Los cristianos eran políticamente sospechosos,
porque hablaban de un reino con Cristo como su Rey. Las declaraciones
concernientes a tal reino eran tomadas por la mente materialista de los romanos
como indicación de un plan para demoler el imperio. Además, en la antigua Roma
existía unión entre la religión y el estado, y por consiguiente la negativa de
adorar a la diosa Roma o al emperador divino constituían traición…
Los cristianos eran sometidos al aislamiento
social, porque ellos procedían, especialmente en los primeros tiempos, de las
clases más humildes de la sociedad, y porque, como buenos cristianos, precisamente
no podían participar en buena parte de la vida pública de su tiempo… El hecho
de que los cristianos proclamaban la igualdad de todos los hombres ante Dios
les colocaba en directa oposición a la institución de la esclavitud,
generalmente aceptada.
También tenían razones económicas…
los sacerdotes, los fabricantes de ídolos y otros intereses económicos
establecidos no podían contemplar con indiferencia que sus entradas menguasen y
que su mismo sustento se hallase amenazado… (Hch. 19). Además a los cristianos
se les acusaba de ser culpables de las grandes calamidades, como hambres,
terremotos y pestilencias, las que se consideraban como castigos enviados
porque la gente había abandonado a los dioses greco-romanos.
…a causa de que los cristianos
tenían que realizar sus cultos religiosos en secreto, era fácil hacer circular
toda clase de rumores respecto a ellos…
El evento que dio principio a la
persecución oficial fue el incendio de Roma, en julio de 64 d.C. Aquel
holocausto, que duró seis días y siete noches y que arrasó diez de los catorce
distritos de la ciudad, acarreó indecibles sufrimientos a una población de un
millón. Nerón inició el incendio y luego trató de echar la culpa a los
cristianos… La pena que sufrieron muchos de los supuestos incendiarios fue ser
quemados en la pira en las noches para alumbrar los jardines públicos. A
algunos se les arrojaba a las fieras salvajes o a perros rabiosos. Pablo sufrió
martirio a manos de Nerón; se dice que Pedro sufrió el mismo destino. La
persecución de Nerón es importante porque estableció el principio y el modo de
perseguir a los cristianos, aunque no condujo a la persecución fuera de Roma. (Páginas
28-30)
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