Entendiendo la tetrarquía y su relación con Hispania
Pepa Castillo, en su libro "Año 312. Constantino: emperador, no cristiano" (Laberinto, 2010), expone su tesis sobre el paganismo de Constantino, frente a quienes creen en su conversión al cristianismo.
“La alianza que iba a estrechar los vínculos entre Constantino y Maximiano era la ocasión perfecta para reafirmar la naturaleza hercúlea de este linaje, y por esa razón Constantino fue presentado bajo la protección de las figura tutelares de Maximiano y Constancio, los Hércules de la primera Tetrarquía.” (Páginas 92-93)
Maximiano herculeo |
“Las monedas acuñadas entre 310 y 313 también se van a hacer eco del nuevo discurso teológico-político adoptado por Constantino, como el medallón acuñado en Ticinum (Pavía) entre octubre de 312 y mayo de 313 y en el que aparecen los bustos parcialmente superpuestos de Constantino con un escudo en el que figura el Sol conduciendo su cuadriga escudo, en primer plano, y el Sol en segundo plano.
Ahora el poder estaba más sacralizado
que nunca, y por eso Constantino necesitaba construir su propio discurso
teológico, Diocleciano había elegido a los dioses de la religión romana tradicional,
Júpiter y Hércules, y a ellos había vinculado su nueva creación política, pero,
con la crisis del sistema tetrárquico, el puesto tradicional de Júpiter fue
usurpado por Marte y Roma en el caso de Majencio y por el Sol Invicto en el de
Constantino. La nueva divinidad tutelar, el Sol Invicto, acompañaba siempre a Constantino,
vencía cada día a la noche, era visible, su protección le garantizaba la
victoria en el campo de batalla, y la victoria del emperador era lo único que
ahora legitimaba su soberanía, es decir, su derecho a vestir la púrpura
imperial (…)
Constantino era ante todo un
emperador-soldado que había salvado y liberado a la Galia de las invasiones
bárbaras y que personificaba en grado superlativo todas las virtudes y todos
los poderes de su divinidad, un “universal-Sol-Apolo” con quien se comunicaba
constantemente y del que obtenía todo su apoyo y protección para alcanzar la Victoria.”
(Páginas 97-99)
La Roma de Majencio
“Constantino llegó a las puertas de Roma el 24 de octubre
del año 312 y ante sus muros levantó su campamento. Tenía frente a él la ciudad
de Rómulo, que desde el 28 de octubre de 306 pertenecía a Majencio (…)
Sobre la ciudad que fue testigo
de su ambición construyó Majencio su discurso teológico-político, un discurso
tradicionalista ligado al glorioso pasado de Roma, en el que aparecía como el
protector y salvador de la Urbe, el guardián de sus tradiciones, construyendo
su “romanidad” a partir de dos imágenes, Urbs
Roma y Dea Roma (…). Así
enunciado, la diosa Roma sería entonces la garante y fuente de su poder, y con
ella la diosa Venus, madre de Eneas.” (Página 107)
La batalla del puente Milvio
“Y llegó el momento de la batalla
definitiva entre quien tenía al Sol Invicto como compañero y quien se veía a sí
mismo como un nuevo Rómulo (…) incluso la propaganda cristiana de Constantino dice
que acudió a prácticas mágicas para desviar la guerra: invocaba a los demonios
mientras abría el vientre de mujeres embarazadas, escudriñaba las vísceras de
recién nacidos o degollaba leones. En realidad, Majencio se limitó a realizar las
prácticas habituales previas a un enfrentamiento armado y que formaban parte de
la religiosidad de la época, igual que haría Constantino. (…) tanto uno como
otro acudieron a lo sobrenatural, aunque no está claro, como veremos, que Constantino
buscara a Dios, máxime cuando invocaba a Apolo como única divinidad.” (Página
110)
Arco de Constantino en Roma, año
315
“Era una divinidad la que le
había animado a creer que ya era el momento de devolver la libertad a Roma, de terminar
con el tirano en aras de la justicia. Sin embargo, la inscripción no menciona ni
el nombre de la divinidad ni el de Majencio. La expresión “por inspiración de
la divinidad” (instinctu divinitatis) no
puede ser más imprecisa y genérica (…). Pero (…) en el siglo XIX se descubrió
que bajo la fórmula “por inspiración de una divinidad” se podía leer un texto
anterior que rezaba así: “por señal del óptimo Júpiter” (…), la forma en que se
alude a esa divinidad está en la línea de la literatura pagana, de manera que
tenía que tratarse de un dios pagano cuya vinculación al emperador era tan
conocida por todos que su nombre no necesitaba ser mencionado. Tampoco debemos
olvidar la tendencia hacia el sincretismo que desde el siglo II se había apropiado
de la religión romana, lo que no tardó en generar un “único dios supremo”, cuyo
nombre no necesitaba explicitarse por tratarse de un dios único.” (Páginas
134-135)
Para el profesor
Palacio de Maximiano Hercúleo (Córdoba)
En los terrenos del yacimiento de
Cercadilla se localiza un fastuoso palacio bajoimperial de Maximiano Hercúleo
construido en los últimos años del siglo III y los primeros años del siglo IV
(293-305 dC.) y atribuido al emperador Maximiano.
El complejo palatino alcanza una extensión superior a los 400 metros de longitud y 200 metros de anchura y se articula a través de un gran criptopórtico o pórtico semicircular de 108 metros de diámetro y más de 150 metros de recorrido. En este criptopórtico fue posible crear una gran terraza artificial en torno a la cual se disponen los edificios que forman este gran complejo palatino.
Los restos arqueológicos fueron descubiertos en 1991 con motivo de las obras de soterramiento del ferrocarril y construcción de la estación del AVE de la ciudad. Debido al apresuramiento con que se deseaba finalizar las obras de la estación, buena parte de su superficie se encuentra oculta, tapada en algunos casos y destruida en otros. La imagen que Cercadilla pretende ofrecer al visitante es la de superposición de la ciudad moderna y la extensión del yacimiento bajo ella.
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