1º ESO

sábado, 1 de abril de 2017

Valeriano, año 257-259

Pepa Castillo, en su libro "Año 32. Constantino: emperador, no cristiano" (Ediciones del Laberinto, 2010), escribe:


"Mientras que Decio atacó al cristianismo como individuo, Valeriano, la segunda bestia apocalíptica de esta historia, atacó al cristianismo como Iglesia. Pero no lo hizo inmediatamente tras su llegada al trono, sino cuatro años después, en 257. Hasta ese momento se mostró siempre benévolo con los cristianos, e incluso se dice que "toda su casa estaba llena de cristianos y era una iglesia de Dios" (Euseb., HE, 7.10.3). Sin embargo, el emperador cambió de opinión.


Cuando se publicaron sus dos edictos, en los años 257 y 258 respectivamente, Galieno, protector de los cristianos y casado con una cristiana, estaba deteniendo las incursiones bárbaras en Occidente; catástrofes naturales y epidemias perturbaban la vida de los ciudadanos y a todo ello se sumaba el miedo que tenían las clases dirigentes a la cristianización del Imperio. En este contexto de angustia, superstición y temor, Valeriano, solo en Roma, fue una marioneta en manos del Senado y de unos colaboradores fieles a las tradiciones paganas. Con su primer edicto de persecución, las iglesias se cerraron, los cementerios y otros lugares de reunión pasaron a ser propiedad del Estado, se dictaminó el exilio para la cúpula dirigente y la condena a muerte para los que organizasen o participasen en sus rituales. Un año más tarde, publicó un segundo edicto por el que se condenaba a muerte, una vez identificados, a todos los eclesiásticos arrestados (obispos, sacerdotes y diáconos), así como a los senadores y ecuestres cristianos, que primero perdían su grado y después sus bienes; también fueron desterradas las matronas cristianas y condenados a trabajos forzados los funcionario imperiales cristianos, sin faltar en ambos casos la confiscación de su patrimonio.

Los edictos de Valeriano fueron toda una novedad. Aunque el cristianismo no era lícito a nivel individual, sí lo era como Iglesia, según la legislación romana en materia de asociaciones; y ahora, por primera vez, al declarar a la Iglesia ilegal, expropiar sus posesiones y exiliar a su jerarquía, se la estaba reconociendo oficialmente, a ella, a sus bienes y a sus mandos... el segundo edicto, cuya finalidad era eliminar a los cristianos de las corporaciones políticas activas de donde procedían los puesto de poder, los grupos senatorial y ecuestre... la clase dirigente, a quienes la apostasía no les devolvía ni su cargo ni sus bienes, sólo los libraba de la muerte.

Cuando en el año 259 Valeriano fue hecho prisionero por el rey persa, su hijo Galieno revocó sus edictos y publicó uno de tolerancia por el que la Iglesia recuperó sus bienes y lugares de culto, y fue reconocida como institución." (Páginas 34-36)

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