Repasemos:
La rebelión
de los Macabeos
Conocemos los detalles
de la lucha judía contra los griegos y el helenismo gracias a los dos Libros de
los Macabeos y a los escritos del historiador judío Flavio Josefo.
Estas crónicas no están
incluidas en el Tanaj porque la Gran Asamblea ya había decidido muchos años
antes cuáles eran los escritos que debían estar incluidos en el Tanaj, y estos
eventos ocurrieron mucho tiempo después. Los Libros de los Macabeos fueron
escritos en el primer siglo de la Era Común. Macabeos I fue escrito
originalmente en hebreo como un relato histórico oficial de la Dinastía
Hasmonea. Macabeos II fue escrito originalmente en griego y se basó en los
trabajos previos de Jasón de Cirene.
Esta rebelión sentó un
precedente en la historia de la humanidad: fue la primera guerra
ideológica/religiosa. Nadie en el mundo antiguo había muerto por sus dioses;
sólo los judíos pensaron que por su religión —la única religión monoteísta en
ese tiempo— valía la pena morir.
Pero no era sólo una
guerra contra los griegos, sino que también era una guerra civil entre judíos
leales al judaísmo contra judíos que se habían helenizado y que estaban del
lado de los griegos.
Corría el año 167 AC y
la horrible persecución griega en contra del judaísmo estaba en pleno apogeo.
Las tropas griegas aparecieron en la ciudad de Modiín (un lugar al oeste de
Jerusalem que puedes visitar actualmente en las cercanías de la autopista
Jerusalem-Tel Aviv) y exigieron que los judíos ofreciesen un cerdo a los dioses
griegos. El anciano de la ciudad, Matitiahu —que era kohén (de la clase
sacerdotal)— se rehusó.
Incluso si todas las
naciones que viven bajo el gobierno del rey le obedecieran, y hubieran elegido
cumplir con sus órdenes, abandonando cada uno la religión de sus padres; de
todos modos mis hijos, mis hermanos y yo viviremos de acuerdo al pacto de
nuestros padres… No obedeceremos la palabra del rey alejándonos de nuestra
religión, ni a la izquierda ni a la derecha (Macabeos I 2:19-22).
Pero en la ciudad había
un judío helenizado que sí estaba dispuesto a hacer lo que era inaceptable para
todo judío. Sin embargo, cuando estaba a punto de sacrificar el cerdo,
Matitiahu lo apuñaló, matando también al oficial griego que lo acompañaba.
Luego se dio vuelta hacia la multitud y anunció: "Síganme todos quienes
estén a favor de la ley de Dios y que se aferran al pacto" (Macabeos I
2:27).
Quienes se unieron a
Matitiahu y a sus cinco hijos —llamados Iojanan, Shimon, Yehuda, Eleazar y
Yonatan— se dirigieron hacia a las colinas, ya que sabían que probablemente los
griegos volverían y eliminarían a toda la ciudad como venganza. En las colinas,
organizaron un ejército de guerrilla que era liderado principalmente por
Yehuda, el mayor de los hijos, a quien llamaban “Macabeo”, que significa
"el Martillo". Macabeo también es un acrónimo de “mí camoja baelim
Hashem” (quién es como Tú entre los poderes,
Dios), el grito de batalla del pueblo judío.
No sabemos exactamente
cuál era el tamaño de este ejército macabeo, pero incluso los más optimistas
estiman que no eran más de 12.000 hombres. Este pequeño ejército se enfrentó
contra el ejército griego, que tenía más de 40.000 hombres.
Los griegos no sólo
tenían superioridad numérica, sino que también eran soldados profesionales, por
lo que contaban con equipamiento, entrenamiento y una manada de elefantes, que
eran los tanques del mundo antiguo. Los judíos eran ampliamente superados en
número, estaban mal entrenados y tenían poco equipamiento (y obviamente no
tenían elefantes), pero lo que les faltaba de entrenamiento y equipamiento lo
tenían en espíritu.
La mayoría de las
batallas ocurrieron al pie de las colinas que van desde la llanura costera (Tel
Aviv) hasta Jerusalem. Los griegos intentaban llevar su ejército hacia los
cañones naturales que conducían a las áreas de montaña, la fortaleza del
ejército judío. Pero sólo había unos pocos lugares a los que los griegos podían
ascender, y fue precisamente allí donde los macabeos eligieron atacarlos.
Ahora, cuando leemos la historia de los macabeos pareciera ser algo que ocurrió en unas pocas semanas: pelearon algunas batallas, los judíos ganaron y los griegos volvieron a casa. Pero en realidad fueron 25 años de lucha y una gran cantidad de bajas en ambos lados hasta que los griegos seléucidas llegaron finalmente a un acuerdo de paz con los judíos.
Ahora, cuando leemos la historia de los macabeos pareciera ser algo que ocurrió en unas pocas semanas: pelearon algunas batallas, los judíos ganaron y los griegos volvieron a casa. Pero en realidad fueron 25 años de lucha y una gran cantidad de bajas en ambos lados hasta que los griegos seléucidas llegaron finalmente a un acuerdo de paz con los judíos.
Januca
Después de los tres
primeros años, los judíos lograron reconquistar Jerusalem. Encontraron que el
Templo había sido profanado y que había sido convertido en un santuario pagano,
en cuyo altar se sacrificaban cerdos. Cuando volvieron a entrar al Templo, lo
primero que hicieron fue intentar encender una menorá improvisada (ya que la menorá
original, que era de oro puro, había sido derretida por los griegos), pero sólo
encontraron un frasco de aceite puro con el sello especial. Usaron este aceite
para encender la menorá, la cual milagrosamente se mantuvo encendida durante
ocho días hasta que alcanzaron a prensar aceite fresco y llevarlo al Templo.
Posteriormente los
macabeos purificaron el Templo y lo reinauguraron el 25 de kislev, que es la
fecha del calendario hebreo en la que comenzamos a celebrar los ocho días de
Januca (La palabra hebrea Januca significa "inauguración").
Temprano en la mañana
del día 25 del noveno mes, que es kislev… ellos [los sacerdotes] se levantaron
y ofrecieron sacrificios, como indica la ley, en el altar nuevo de quemado de
ofrendas que habían construido… fue inaugurado con canciones, arpas, laúdes y
platillos… Celebraron la inauguración del altar durante ocho días… (Macabeos I
4:52-56).
El milagro de la
duración del aceite durante ocho días (que no es mencionado en el libro de los
macabeos) es descrito en el Talmud:
…y cuando la casa
real hasmonea obtuvo ventaja y venció [a los griegos], [los hasmoneos] buscaron
y sólo encontraron un frasco de aceite… con el sello del Kohén Gadol (Sumo
Sacerdote), y sólo contenía [aceite suficiente] para arder durante un día. Ocurrió
un milagro y ardió durante ocho días (Talmud Shabat 21b).
Januca —una de las dos
festividades que fueron agregadas al calendario judío por los rabinos— celebra
dos tipos de milagros: 1) la victoria militar del pequeño ejército judío frente
a los griegos y 2) la victoria espiritual de los valores judíos por sobre los
valores griegos; las velas de Januca simbolizan precisamente esta victoria
espiritual.
Si observamos estos dos
milagros, es claro que la victoria militar fue un milagro más grande; sin embargo,
es el milagro del aceite el que conmemoramos durante la festividad de Januca.
Puede que la victoria militar haya sido más impresionante pero, como
mencionamos anteriormente, la batalla real fue espiritual, no física, y es
precisamente esta victoria espiritual la que es simbolizada por las velas de la
menorá (de acuerdo al pensamiento judío, el fuego, el alma y la espiritualidad
están conectados). Las velas de Januca simbolizan la fortaleza interna
espiritual del pueblo judío que, a pesar de todas las dificultades, nunca se
extingue. Es precisamente esta fortaleza espiritual interior la que le ha
permitido al pueblo judío sobrevivir a los grandes imperios de la historia y
tener un impacto monumental en la humanidad.
Sin embargo, la
reinauguración del Templo no acabó con la lucha. Una guarnición griega se
mantuvo apostada en Jerusalem en la fortaleza Acra, y el ejército griego sitió
Jerusalem e intentó reconquistarla. Los judíos y los griegos debieron luchar
muchas más batallas antes de que el conflicto terminase.
Recién en el año 142 AC,
durante el reinado del monarca seléucida Demetrio, los griegos se cansaron de
luchar y firmaron un tratado de paz con Shimon, el último sobreviviente de los
cinco hijos de Matitiahu (en 162 AC Eleazar cayó en batalla: luego de incrustar
una espada en el estómago de un elefante de guerra sobre el que creía que
estaba el rey, el elefante cayó sobre él y lo aplastó. Yehuda fue asesinado en
la batalla de Elasa en el año 161 AC y Yonatan cayó en batalla en el año 142 AC).
En [ese] año, Israel fue
liberado del yugo gentil; el pueblo comenzó a escribir en sus contratos y
acuerdos: "En el primer año de Shimon, el gran Sumo Sacerdote, general y
líder de los judíos" (Macabeos I 13:41-42).
De esta forma fue
restaurada oficialmente la soberanía judía sobre la Tierra de Israel.
El Reino de los Hasmoneos
Como notamos
anteriormente, Matitiahu era un kohén, por lo que no es de sorprenderse que su
hijo Shimon se convirtiese en Sumo Sacerdote. Pero Shimon también asumió el
título de nasí, que significa
"príncipe/presidente/líder". No se proclamó rey porque sabía muy bien
que un rey judío sólo puede venir de la línea de David, pero para todos los
propósitos prácticos asumió el rol del reinado.
(La línea de David —la
línea de los reyes— viene de la tribu de Yehuda, mientras que los kohanim, los sacerdotes, vienen de la tribu de Leví, de acuerdo a la bendición que
les dio Yaakov a sus doce hijos, las doce tribus de Israel).
Esta fue una mala
decisión de Shimon, ya que sus descendientes no respetaron la distinción.
Comenzaron una nueva dinastía de gobierno en Israel —la dinastía Hasmonea—, la
cual duró 103 años y estuvo marcada tanto por una gran expansión territorial
como por un terrible declive moral y religioso. En primer lugar, no deberían
haber sido reyes; en segundo lugar, no deberían haberse dejado corromper por su
propio poder.
El siguiente gobernante
fue el hijo de Shimon, Iojanan Hircano, un líder poderoso y ambicioso. Entre
sus muchos errores, Iojanan Hircano hizo algo terrible que va en contra del
judaísmo: como parte de sus esfuerzos para expandir las fronteras de Israel y
fortalecer el país, convirtió por la fuerza a los pueblos recientemente
conquistados. Esto es algo que el judaísmo nunca había hecho antes, y nunca ha
vuelto a hacer; los judíos desalientan las conversiones, no las promueven.
Uno de los pueblos que
fueron convertidos por la fuerza fue el pueblo Edomita. Y este error les
costaría extremadamente caro a los judíos.
En Israel, no lejos de
Beit Shémesh, hay un fascinante sitio turístico arqueológico llamado Beit
Guvrin Maresha, el cual está formado por miles de cuevas que fueron hechas por
el hombre, las cuales en su mayoría están excavadas en la suave piedra caliza.
Esta fue una de las ciudades principales de los edomitas, y hoy en día puedes
ir e incluso jugar a ser arqueólogo y excavar por un día. Este es uno de los
lugares que conquistaron los hasmoneos en el cual hicieron elegir a la gente
una de dos opciones: convertirse o irse. Muchos de los habitantes eligieron
destruir sus hogares y dejar el país.
Una de las familias
edomitas que fue convertida a la fuerza se volvería muy importante por su rol
en el drama que ocurriría unos años después en la invasión romana. Un
descendiente de esta familia —Herodes— sería designado rey judío y se
transformaría en un gobernante esquizofrénico. Asesinaría al Sumo Sacerdote, a
45 miembros de la Corte Suprema Judía y a muchos miembros de su propia familia,
pero también se embarcaría en una serie de construcciones fantásticas que
incluirían la ciudad de Cesárea, la fortaleza de Masada y una reconstrucción
absoluta del Templo. Como veremos, Herodes (que era judío sólo nominalmente)
tendría una relación muy esquizofrénica con los judíos.
El declive del gobierno judío
Alexander Yanai, hijo de
Iojanan Hircano, fue el típico caso de un gobernador hasmoneo que llevó a la
nación en la dirección equivocada. Él estaba muy helenizado y estaba del lado
de los saduceos (los judíos que sólo seguían la Torá Escrita y que hacían sus
propias interpretaciones) en contra de los fariseos (la corriente principal
judía). Cuando algunos de los fariseos se le opusieron, hizo que 800 de ellos
fueran ejecutados después de forzarlos a ver el asesinato de sus familias.
Durante las ejecuciones, Alexander Yanai brindó un banquete al estilo griego.
Después de la muerte de
Yanai, su viuda, la Reina Shlomtzion (Salomé Alejandra), legislaría entre los
años 76 y 67 AC. Ella fue el único rayo de luz que hubo en todo ese deprimente
período. Su hermano era Shimon ben Shetaj, el líder rabínico de la generación,
y durante su reino hubo paz entre los líderes y los rabinos. Este sería el
último período de verdadera paz y estabilidad por mucho tiempo.
La historia de la
dinastía hasmonea es un caso clásico de una de las grandes familias trágicas,
que comenzaron de forma sumamente ilustre pero que luego terminaron de manera
desastrosa y llevaron a los judíos a la ruina.
Los dos últimos
gobernantes hasmoneos fueron los hijos de Shlomtzion, Hircano y Aristóbulo,
quienes estaban completamente helenizados. Hircano era el más débil de los dos,
pero tenía un fuerte consejero llamado Antípatro, un descendiente de los
edomitas conversos al judaísmo (que por casualidad tenía un hijo llamado
Herodes).
Los hermanos lucharon
entre sí para decidir quién debía ser rey. La respuesta obvia es que ninguno,
pero ve a decirle eso a dos hombres moralmente corruptos y hambrientos de
poder. Se les ocurrió pedirles a los romanos que mediasen en su disputa (la
relación entre los judíos y los romanos comenzó durante la revuelta macabea,
cuando Yehuda hizo una alianza con Roma).
Pero invitar a los
romanos no es como invitar al equipo mediador de una fuerza de paz
internacional; estamos hablando de un pueblo que tenía una increíble energía
para conquistar y absorber todo territorio que pudiese.
Así, en el año 63 AC, el gran
general romano Pompeyo acababa de terminar de limpiar lo que quedaba del
imperio griego, por lo que estaba más que feliz de mover su ejército hacia
Israel.
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