Periodo de los jueces
(por Rav Ken Spiro, tomado de Aishlatino.com)
El Talmud llama al Libro de los Jueces “El Libro de la Rectitud”.¿Por qué?
En aquellos días, no había rey en Israel,
todos hacían lo que era correcto a sus ojos (Jueces 21:25).
Tal vez estés pensando que este versículo suena como la descripción de una anarquía. Pero no era así; la gran mayoría de los judíos estaban totalmente dedicados a la Torá y tomaban decisiones de forma acertada sin necesitar que alguien les dijera qué hacer. Con seguridad, ésta es la situación ideal. Las tribus operaban como una unión de estados independientes, con un fuerte liderazgo central que se erguía sólo cuando la nación era amenazada por un enemigo externo.
Tal vez estés pensando que este versículo suena como la descripción de una anarquía. Pero no era así; la gran mayoría de los judíos estaban totalmente dedicados a la Torá y tomaban decisiones de forma acertada sin necesitar que alguien les dijera qué hacer. Con seguridad, ésta es la situación ideal. Las tribus operaban como una unión de estados independientes, con un fuerte liderazgo central que se erguía sólo cuando la nación era amenazada por un enemigo externo.
Por supuesto, la falta de una autoridad
central luego de la muerte de Josué tuvo consecuencias negativas; una
pequeña minoría tomó esto como una licencia para caer en la idolatría y en la
inmoralidad. Esto ocurrió en gran parte porque los judíos no se deshicieron
completamente de los canaanitas como se les había ordenado, y la influencia
canaanita pagana se hizo sentir.
Siempre que los judíos abandonan a Dios,
las repercusiones son inmediatas:
Y dejaron al Dios de sus padres, que los
había sacado de la tierra de Egipto, y fueron tras otros dioses… Por eso se
encendió la ira de Hashem contra Israel, y los entregó en manos de saqueadores
que los despojaron y en manos de sus enemigos (Jueces 2:12-14).
Éste es uno de los patrones más
importantes y repetitivos que tenemos que entender sobre cómo funciona la
historia judía. Cuando los judíos no cumplen su pacto con Dios, ocurren cosas
malas – por lo general, viene un enemigo y los ataca.
Escuchar la Advertencia
Dios dice una y otra vez – cuiden la Torá
en su totalidad y nada los molestará. Vivirán en paz en su tierra y
prosperarán, y no sólo eso, sino que también el mundo entero aprenderá de
ustedes y serán una luz para las naciones.
Pero si no la respetan, no saldrá
un gran puño del cielo para golpearlos, porque Dios no actúa así en la
historia; sino que lo que ocurrirá en cambio será que aparecerá un enemigo
físico, o una hambruna golpeará la tierra, y todos sufrirán. Esos eventos
negativos siempre sirvieron como una llamada de atención, y si eran ignorados
sólo se intensificaban hasta alcanzar un nivel que los hacía imposibles de
ignorar.
Cuando les ocurren cosas malas a los
judíos nunca es por casualidad. Siempre es consecuencia de las acciones de los
judíos y, por lo tanto, la cura nunca está en tratar solamente la amenaza
externa. Si un enemigo ataca hay que defenderse, pero también hay que hacer
introspección; la presencia de un enemigo es sólo un síntoma de un problema más
profundo que debe ser tratado. Esta relación de causa y efecto se repite una y
otra vez durante el período de los Jueces, y continúa por toda la historia
judía hasta hoy en día.
Podemos ver esto en el período de los
Jueces, que se extiende desde el año 1244 AEC hasta el 879 AEC.
Entonces Hashem irguió jueces que los
salvaban (a los israelitas) de las manos de sus saqueadores (Jueces 2:16).
¿Quiénes eran los jueces?
A veces eran líderes militares que sabían
cómo movilizar a la nación para la guerra en contra de un enemigo, pero su
poder real yacía en su conocimiento de Torá y su habilidad para aplicar la ley
judía.
El relato de todo este período aparece el
en Libro de los Jueces, escrito por la última gran personalidad del período de
los Jueces: el profeta Samuel. Éste período abarca 365 años, desde el primer
juez, Otniel ben Kenaz, hasta el último, el profeta Samuel.
Déborah
Uno de los primeros jueces fue una mujer –
Déborah (ver Jueces, capítulos 4 y 5). Ella fue famosa por sentarse bajo una
palmera donde cualquiera podía buscar su consejo y desde donde emitía las
órdenes de batalla.
El Libro de los Jueces describe una
batalla clave contra los canaanitas, quienes eran conducidos por Sisera.
De esa forma, se cumplió la profecía de
Déborah, que decía que “éste es el día en que Dios entregará a Sisera en
vuestras manos…”.
Sansón fue un juez famoso por su fuerza de
superhéroe y por conducir la pelea contra el mayor enemigo de Israel: los
filisteos (ver Jueces, capítulos 13-16).
Los filisteos fueron un pueblo marinero.
Probablemente migraron del área Egea, cerca de Grecia, hace unos 3.200 años. Se
asentaron en la costa oriental del Mediterráneo, desde la costa sur de Israel
hasta el Líbano. En el área costera sur de Israel establecieron una
confederación de cinco ciudades-estado (Gaza, Ashkelon, Ashdod, Gat y Ekron).
Durante el período de los jueces ellos estaban en guerra constante contra las
tribus de Israel, ya que intentaban constantemente alejarlos de la costa, hacia
las regiones montañosas e internas del país.
Samsón, que juzgó a Israel por 20 años,
fue uno de los que se enfrentó a los filisteos. Él era un nazir (que
es un votoa Dios en el que la persona se abstiene temporalmente de
cortarse el pelo y de beber vino). El nivel de consagración de
Samsón era inusual, ya que él era nazir desde su nacimiento
y continuó en dicho estado durante toda su vida.
Dalila se dio cuenta de que Samsón era
la principal amenaza para su pueblo. Después de muchos intentos fallidos y
muchas súplicas, ella finalmente logró que Samsón le revelase el secreto de
su fuerza sobrenatural, luego de lo cual le cortó el pelo mientras dormía. Como
resultado, los filisteos pudieron capturarlo, cegarlo y encerrarlo en prisión.
Los filisteos decidieron ejecutar a
Samsaón en una exhibición pública en el templo de Dagán, uno de sus dioses.
En el clímax de la historia, Samsón oró:
Con su fuerza sobrenatural renovada
derribó las columnas, con lo que la construcción colapsó, matando a todos los
que estaban adentro.
Shmuel (Samuel)
La última gran personalidad del período de
los jueces fue el profeta Samuel, uno de los profetas más importantes de la
historia judía y que también fue conocido por ungir a los dos primeros reyes de
Israel – Saúl y David (ver Samuel 1, capítulos 1-16). Samuel escribió el Libro
de los Jueces, y junto con los profetas Gad y Natán escribió también el ‘Libro
de Samuel’.
Cuando Samuel era joven, viajaba por la
tierra dictando la ley judía y dando consejos al pueblo, pero ahora que había
envejecido, ya no lo podía hacer. Mientras tanto sus dos hijos, que habían
asumido su rol, probaron no ser queridos por el pueblo.
Y le dijeron (el pueblo a Samuel):
"He aquí que tú has envejecido, y tus hijos no andan en tus caminos. Ahora
pues. Pon sobre nosotros un rey que nos juzgue, como todas las naciones. Y esta
palabra pareció mal frente a los ojos de Samuel… (Samuel 1, 8:5-7).
Y así es como se cerró el período de los Jueces. Samuel actuó como líder por 13 años y en los dos últimos dirigió al pueblo judío junto con el primer rey judío, cuyo nombre era Saúl.
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