Contexto histórico
Según la publicación del CSIC "La Biblia, historia de sus textos" (noviembre de 2014);
"Desde 1559 - fecha de la publicación del índice de libros prohibidos del inquisidor general Fernando de Valdés - hasta 1783 estuvieron prohibidas las traducciones de la Biblia a las lenguas vulgares."
Este dato sitúa a Casiodoro de Reina, en una posición similar a la de Pedro ante el Concilio: "es necesario obedecer a Dios, antes que a los hombres". Cuando traducir al Biblia al español era prohibido, este hombre se jugó la vida para que todos los hispano hablantes pudieran tener la Palabra de Dios, en su propia lengua.
Según los datos de la Inquisición, Casiodoro nació en Montemolín, población a 40 kilómetros de Reina (Badajoz), en 1520. Otras fuentes sitúan su nacimiento en algún lugar de Sevilla. Vivió como fraile en el monasterio de San Isidoro (Santiponce, Sevilla) hasta que la Inquisición representó un peligro mortal para su vida en 1557. Entonces huyó a Ginebra, Fráncfort y Londres, donde predicó a los numerosos refugiados españoles que vivían allí. En Fráncfort, ciudad natal de su esposa, terminó su traducción de la Biblia al español. La impresión del Antiguo Testamento comenzó en 1568 y la Biblia completa fue impresa en septiembre de 1569 (algunos fechan la publicación el 28 de septiembre de 1565).
Al leer sobre Casiodoro de Reina, me surgían preguntas sobre su manera de pensar, y encontré respuestas en el texto que escribió Casiodoro en la introducción de la “Biblia del oso”. He adaptado el texto del castellano antiguo, (donde escribían "f" en lugar de "s", por ejemplo), porque leer al propio Casiodoro nos permite descubrir entre líneas el ambiente de su tiempo, sus motivaciones y batallas, su corazón. Recomiendo el texto íntegro porque está lleno de frases reveladoras.
Amonestación del intérprete de los santos libros[1]
Al Lector y a toda la Iglesia del Señor…
“Intolerable cosa es a Satanás *[2]padre
de mentira y autor de tinieblas (Cristiano lector) que la verdad de Dios y su
luz se manifieste en el mundo: porque por este solo camino es desecho su
engaño, se desvanecen sus tinieblas, y se descubre toda vanidad sobre la que su
reino es fundado, de donde luego está cierta su ruina: y los míseros hombres
que tiene ligados en muerte con prisiones de ignorancia, enseñados que con la
divina luz salen de su prisión a vida eterna, y a libertad de hijos de Dios. De
aquí viene, que aunque por la condición de su maldito ingenio aborrezca y
persiga todo medio encaminado a la salvación de los hombres, con singulares
diligencias y fuerza ha resistido siempre, y no cesa, ni cesará de resistir
(hasta que Dios lo frene del todo) a los libros de la Santa Escritura: porque
sabe muy bien por la larga experiencia de sus pérdidas, cuan poderoso
instrumento es este para deshacer sus tinieblas en el mundo, y echarlo de su
vieja posesión.
Largo discurso sería menester hacer
para recitar ahora las persecuciones que ha levantado en otros tiempos, y los
cargos infames que le ha hecho, por los cuales no pocas veces ha alcanzado casi
a desarraigarlos del mundo: y lo hubiera alcanzado sin duda, si la luz que en
ellos está encerrada, no tuviese su origen y fuente más alta que este Sol, y
que no consistiese en hojas los libros, como todas las demás disciplinas
humanas: de donde viene que pereciendo los libros que están guardados, o por la
condición de los tiempos, o por otros mundanos casos, ellas también perezcan: y
si alguna restauración tienen después, es en cuanto se hallan algunas
reliquias, que ayudan al ingenio humano a resucitarlas. Mas porque la fuente de
esta divina luz es el mismo Dios, y su intención es propagarla en este abismo
de tinieblas, de aquí es, que aunque muchas veces por cierto consejo suyo
permita a Satanás la potestad sobre los sagrados libros, y aunque él los queme
todos, y aun también mate a todos los que ya participaron de aquella celestial
sabiduría, nos queda la fuente sana y salva, (como no puede tocar en ella) la
misma luz al fin vuelve a ser restaurada con gran victoria, y él queda
frustrado y avergonzado de sus diligencias. Por ser pues este su pertinaz
ingenio contra la divina palabra, estamos ciertos que no lo dejará de seguir en
esta obra preferente, y que cuando ella es más necesaria a la Iglesia del
Señor, tanto más él se desvelará en despertar contra ella toda suerte de
enemigos, extraños y domésticos: los de lejos y los de cerca. Los de lejos, hace
días que están despiertos para impedir toda versión vulgar de la Santa
Escritura, a título de que los sagrados misterios no han de ser comunicados al
vulgo, y que es ocasión de errores etc. De cerca, no le faltan otros supuestos,
que con títulos algo más sutiles y aparentes se levantan contra ella, aunque
por ventura a los unos y a los otros no falte buena intención, y celo, como
muchas veces acontece, que buenas intenciones por falta de mejor entrenamiento
pensando servir a Dios sirven al demonio y a sus intentos.
Sobre los primeros, no nos
determinamos por ahora a tratar la cuestión, si es conveniente o no que la ley
de Dios, y todo el cuerpo de su palabra, ande de manera que pueda ser entendida
de todos, remitiéndonos a muchos otros que antes de nosotros la han tratado
copiosa y acertadamente, bastará por ahora amonestarles con toda caridad y
humildad, que si son Cristianos, y tiene verdadero celo de la gloria de Dios y
de la salvación de los hombres, como quieren que se entienda de ellos, miren lo
primero, que de lo uno y lo otro la Palabra de Dios contenida en los sacros
libros es el verdadero y legítimo instrumento, y que por tal lo ha comunicado
Dios al mundo para ser por él conocido y honrado de todos, y que por esta vía
hallen salvación: y esto sin excepción de esta universalidad ni doctos ni
indoctos, ni de esta lengua ni la otra. De donde es menester que concluyan, Que
prohibir la divina Escritura en lengua vulgar no se puede hacer sin singular
injuria a Dios, e igual daño de la salvación de los hombres, lo cual es pura
obra de Satanás y de los que él tiene a su mandato.
Miren lo segundo, que hacen gran
vergüenza a la misma Palabra de Dios es decir, que los misterios, que contiene
no se hayan de comunicar al vulgo. Porque las supersticiones e idolatrías todas
con que el diablo ha sometido al mundo y
apartándolo del conocimiento y culto de su verdadero Dios, trajeron siempre
este pretexto de falsa reverencia. Y tenía razón el inventor de ellas en
efecto: porque si quería que sus abominaciones permaneciesen algo en el mundo,
menester era que el vulgo no las entendiesen, sino solo aquellos a quien eran
provechosas para sustentar sus vientres y gloria. Los misterios de la verdadera
Religión son al contrario: quieren ser vistos y entendidos de todos, porque son
luz y verdad: y porque siendo ordenados para la salvación de todos, el primer
grado para alcanzarla necesariamente es conocerlos.
Consideren lo tercero, que no le hacen menor afrenta en decir que sea
ocasión de errores. Porque la Luz y Verdad (si confiesan que la palabra de Dios
lo es) a nadie puede engañar ni entenebrecer. Y si algunas veces lo hace (como
no negamos que lo haga, y muchas) de alguna otra parte debe venir el mal: no de
su ingenio y naturaleza, que es quitar las tinieblas, descubrir el error, y
deshacer el engaño. El Profeta Isaías claramente dice, *[3]Que
su profecía no es para dar luz a todos, sino para cegar los ojos del Pueblo,
agravar sus oídos, y embotar su corazón, para que no vean ni oigan la palabra
de Dios, y se conviertan y reciban sanidad: quien por evitar estos males
mandará entonces al Profeta que calle, y le cerrará la boca, para ver que haga
las cosas conforme a la voluntad de Dios, y al bien de su Iglesia: mayormente
diciendo el mismo otras muchas veces, *[4]Que
su profecía es luz para los ciegos, consuelo para los afligidos, esfuerzo para
los cansados, etc. ¿Y qué habla Isaías? El mismo Señor dice, *[5]Que
el vino al mundo para juicio, para que los que no ven vean, y los que ven sean
ciegos: le manda luego a los padres de la fe de entonces que callase, por
evitar el daño de los que de su predicación oían para salir más ciegos. De él
dice Simeón, *[6]Que viene
para levantamiento, y también para ruina de muchos. Lo mismo había dicho de él
el Profeta Isaías. *[7]Por
lazo (dice) y por ruina a las dos casas de Israel, y de ellos tropezarán muchos
etc. Lo mismo dice el Apóstol de la predicación del Evangelio, *[8]Que
a unos es olor vital, a otros, olor mortal. Sería luego buena prudencia
quitarlo del mundo, quitando a los buenos el único medio por donde se han de
salvar, por quitar la ocasión de hacerse peores a los que se pierden, y de suyo
están ya señalados para perdición.
Miren lo cuarto, Que el estudio
de la divina Palabra es cosa encomendada y mandada por Dios a todos por tantos
y tan claros testimonios del Viejo y Nuevo Testamento, que fin muy largo
discurso no se podría aquí recitar: de donde queda claro, Que no puede ser sin
impiedad inexcusable, que el mandamiento de Dios, tantas veces repetido, y tan
necesario a los hombres, sea dejado y anulado por una tan flaca razón: y que al
fin ningún pretexto, por raro que
parezca, puede excusar a Dios, que si Dios la dio para todos, no sea una
tiranía execrable que a los más la quiten: y falta de juicio es (si pretenden
buena interpretación) que la habilidad para poder gozar de ella, sea saber
latín solamente, como si los que no lo saben, por el mismo caso sean ya los más
prudentes y píos: y los que no lo saben, los más expuestos a los peligros, que dicen, que temen. Si es la verdadera sabiduría,
¿quien la necesita más que los más ignorantes? Si es palabra de Dios, insigne
injusticia se hace a Dios, a ella, y a los buenos, que por el abuso de los
malos se le quite su libertad de correr por las manos de los que podrían usar
bien de ella, y sacar los frutos para los cuales Dios la dio. Perverso juicio
es que por quitar el inconveniente de los errores, que dicen, en algunos,
priven a todos del medio con que podrían salir de la ignorancia, errores,
herejías, idolatría, pecado, y toda corrupción e iniquidad en que nacimos, y
fuimos criados, y de que nuestra corrupta naturaleza se abreva (como dice Job)
como los peces del agua. Si es Luz, a la luz resiste todo hombre que le impide
salir en público para que luz y alegría de todos: y tinieblas se debe llamar y
mentira. Si es candela, a cuya lumbre el hombre ciego y habitante de esta
caverna tenebrosa encamine seguramente sus pasos, visto es pretender de tener
los hombres en su ceguera, el que no quiere que les sea comunicada con aquella
abundancia con que ella se da. Si es escudo a todos los que en ella ponen su
esperanza, y cuchillo con que el Apóstol arma al Cristiano para defenderse de
sus enemigos en toda suerte de tentación, desarmado y por consiguiente vencido
y muerto de mano del diablo lo quiere, quien se la quita que no la tenga tan copiosa
y tan a la mano, cuando son muchas y continuas sus tentaciones. Si es útil para
enseñar en la ignorancia, para redargüir en el error, para reprender en el
pecado, para enseñar a la justicia, para perfeccionar al Cristiano y hacerlo
hábil y preparado para toda buena obra, fuera de toda buena enseñanza, y de
toda buena y Cristiana disciplina lo quiere, el error, el pecado, y la
confusión en lo sacro y en lo profano ama y desea, el que en todo o en parte
sepulta las divinas escrituras: y sepultándolas en parte da a entender bien
claro lo que haría del todo, si pudiese, o esperase salir con ello. Estas
razones son claras, y se dejan entender por todos, no obstante todos los
hermosos pretextos que se podrán traer al contrario, que no son muchos: y el
más dorado es el que hemos dicho, tan frío que ni aun con humana razón es digno
de que se contienda mucho contra él: porque está claro, que ningún hombre de
sano juicio habrá, que de verdad diga, Que un gran bien, y mayormente tan
necesario a todos, dado de Dios para común uso de todos, se debe prohibir en
todo ni en parte por el abuso que los malos genios pueden tener de él. Por monstruoso
desvarío, enemigo del linaje humano, hubiera tenido juntamente el rey o
príncipe, que porque hay muchos que usan mal del pan, del agua, del vino, del
fuego, de la luz, y de las otras cosas necesarias a la vida humana, o las
prohibiese del todo, o hiciese tal estafa con ellas que no se diesen sino muy
caras, y con gran secases. La palabra de Dios tiene todos estos títulos, porque
también tiene los mismos efectos para el alma, miren pues los príncipes del
mundo, en que opinión quieren ser tenidos haciéndola pasar por tan inicua
condición. Finalmente como quiera que sea, es menester que se resuelvan, Que ni
las disputas inoportunas, ni las defensas violentas, ni los pretextos
cautelosos, ni el fuego, ni las armas, ni toda la potencia del mundo junta
podrá ya resistir, que la Palabra de Dios no corra por todo tan libremente como
el Sol por el cielo, como ya lo vamos probando todos por experiencia: y sería
no poca prudencia aprender de lo experimentado para lo porvenir, y tomar otros
consejos. Ni nos dejemos engañar más con los pretextos dichos, porque no se
encubre mucho lo que el diablo pretende con ellos, aunque los que los han puesto
tengan cuanta buena intención quisieren. Por lo menos es menester que esté
fuera de disputa, Que habiendo dado Dios su palabra a los hombres y queriendo
que sea entendida y pueda en efecto de todos, ningún buen fin puede pretender
el que la prohibiere en cualquier lengua que sea.
Tenemos ya bien materia de que
hacer gracias a Dios en esta parte, que ha dado luz a los padres del concilio
Tridétino[9],
para que advirtiendo mejor a esta causa, hayan puesto algún remedio en esto con
un Decreto, el cual pusimos luego en el principio de este libro a la vuelta de
la primera hoja, para que aquellos a cuyas manos viniere, quite del todo el
escrúpulo de leerlo, que a la verdad, con el indulto y aun mandamiento que
tiene de Dios a ser estudiosos de su palabra, podría haber quitado. Por no
haber exceptuado en dicho Decreto ninguna nación, entendemos que la Española
será también comprehendida, porque no es de creer que la querrá hacer más
apocada y vil que las otras todas a quienes se concede un bien tan grande: y
así recibirá en servicio este nuestro trabajo de darle tiempo a la divina
Escritura en su lengua vulgar, para que desde luego pueda gozar de la facultad
que por el Decreto dicho le es concedida…”
Casiodoro
continúa su Amonestación explicando detalles de la traducción, su relación con
la versión latina, griega, Siríaca y con la traducción de Ferrara, algunas de
las dificultades encontradas. También explica el uso del nombre Iehoua:
“Los Rabinos modernos de la
palabra pronunciar (no entendiendo el intento de la ley) sacaron esta
superstición en el pueblo, Ser ilícito pronunciar, o declarar, el santo nombre,
no mirando que (de más de que el intento de la ley era claro por la ocasión del
blasfemo) después de aquella ley lo pronunciaron Moisés, Aarón, Josué, Caleb,
Débora, Gedeón, Samuel, David, y todos los profetas, y píos reyes, y finalmente
dulcísimo en la boca de todo el pueblo, que lo cantó en salmos, y alabanzas,
como parece por todo el discurso de la Santa historia.”
Y cuestiona como
en la Septuaginta o Versión de los LXX, (hecha en tiempos de Tolomeo en Egipto),
se suprimió el uso de Jehová, cambiándolo por Señor:
“Véase ahora, si es bien que esta
superstición siga adelante, o que cese, habiendo Dios dado mejor entendimiento:
y que el Pueblo Cristiano lo conozca y adore en Cristo por el mismo nombre, con
que él se dio a conocer a los padres, y ellos le conocieron e invocaron, y por
el cual él prometió por sus Profetas, Que le daría a conocer a las Gentes, para
que le invocasen por él.”
También explica con humor, el uso del vocablo Testamento:
“…usando algunas veces el Latino
(Pacto) y del poco usado en Español (Alianza) para comenzar a introducirlos, y
hacerlos más familiares a nuestros Españoles: porque a la verdad estos se llega
más a la entera significación que el vocablo Cócierto. Más entretanto que no
son más usados, menos inconveniente nos pareció tomar un vocablo entendido,
aunque no lo signifique todo: que otro que lo signifique todo, y por no ser
entendido del común, pueda venir en abuso, como los vocablos Tora, y Pacto,
usados de los Judíos Españoles el primero por la Ley, y el Segundo por el
Cócierto de Dios, por los cuales nuestros Españoles entendían que venía una
tora o becerra pintada en su sinagoga que adoraban: y del Pacto sacaron por
refrán contra ellos, Aquí pagaréis el pato. De esta manera ha sido causa la
ignorancia del verdadero Cristianismo, que se burlasen de los Cristianos de los
Judíos de aquello en que los había antes de imitar, o por mejor decir, habían
de recibir de ellos. Para que no vengan a la profanación del Concierto de Dios
por la ignorancia del nombre, acordamos de usar el más claro, hasta que los más
propios estén en más uso.”
Prosigue
explicando el uso de vocablos como reptil, escultura, el uso de sus anotaciones,
el criterio seguido para la traducción de hebraísmos y los resúmenes agregados
al inicio de los capítulos.
Y
concluye, aportando datos importantes sobre su trabajo y el contexto en el que
lo realizara:
“Esto es lo más importante de los
que al presente nos pareció que debíamos dar razón de nuestra Versión a la
Iglesia del Señor, por el bien y consuelo de la cual hemos trabajado. En lo que
a nosotros nos toca, aunque haber tomado una empresa tan grande con fuerzas tan
pequeñas en parte nos sea contado por temeridad, mayormente por los que no lo
consideran todo, o por los que nada o poco saben agradecer, aun de aquello de
que se sirven, o por los que por ser ya más doctos ningún provecho ni
contentamiento esperan para sí de nuestros trabajos, con todo ello tiene
remedio lo que por parte de nuestra temeridad se podrá haber errado.
Primeramente que habiendo hecho con toda fidelidad todo lo que hemos podido,
ningún sano juicio nos reñirá por lo que nuestras fuerzas no alcanzaron. Quien
lo pudiere y quisiere hacer mejor, nuestro presente trabajo no le estorbará,
antes le ayudará aun con las mismas faltas y errores que tuviese. Segundo,
tampoco pretendemos poner regla a la Iglesia, la cual de necesidad haya de graduar
y canonizar por infalible (digo cuanto es de nuestra versión) solamente
pretendemos ayudar con lo que podemos, corto o largo, hasta que Dios de más
abundante provisión en su Iglesia. Tercero, que (para quien nos quiere corregir
con caridad) por la gracia de Dios, no somos del número de los que o con razón
o sin ella presumen de sí, que tenga por acabado lo que una vez sale de sus
manos, que nada se le pueda añadir o quitar. Confesamos que pudiera haber otros
muchos en la nación adornados de mayores dones de Dios para esta empresa: mas
Dios no les ha dado el querer, ni el atrevimiento, ocupados por ventura en
otras cosas, a su parecer, más importantes: y poco tenemos acá porque
entrometernos en este juicio: porque ellos verán, que cuenta darán en el juicio
de Dios del buen o mal empleo de sus dones. En cuanto a nosotros, es cierto, y
de ello nos dará el Señor fiel testimonio algún día, que visto que ninguno de
estos que lo pudiera hacer mejor, osaba encargarse de obra tan necesaria al
adelantamiento del Reino y gloria de Señor, el dolor de la falta que la Iglesia
padecía en esta parte, nos puso el ánimo que nunca nos pusiera la sola
consideración de nuestras fuerzas, así para comenzarla, como para llevarla a
este punto: y ninguna duda tenemos de que nuestro trabajo no haya sido
agradable a Dios, por la continua asistencia de su favor con que hemos podido
llevar una carga tan pesada, tan estorbada por Satanás, tan poco ayudada de
Hermanos, y por tantos días. La obra nos ha durado entre las manos doce años enteros.
Sacando el tiempo que nos han llevado o enfermedades, o viajes, u otras
ocupaciones necesarias en nuestro destierro y pobreza, podemos afirmar, que han
sido bien nueve, que no hemos soltado la pluma de la mano, ni aflojado el
estudio en cuanto las fuerzas tanto del cuerpo como del ánimo nos han
alcanzado. Parte de tan larga tardanza, ha sido la falta de nuestra erudición
para tan grande obra, lo cual ha sido menester recompensar con casi doble
trabajo: parte también ha sido la estima que Dios nos ha dado de la misma obra,
y el celo de tratarla con toda limpieza, obligación con la cual ninguna erudita
ni larga diligencia se puede hacer satisfacer. La erudición y la noticia de las
lenguas, aunque no ha sido ni es la que quisiéramos, ha sido la que basta (como
ya arriba hemos tocado) entender los pareceres de los que más entienden, y
contrastarlos entre sí, para poder escoger lo más conveniente conforme al
sentido y noticia que Dios nos ha dado de su palabra…”
En la última página de su Amonestación, Casiodoro escribe:
“… ni hasta ahora hay quien en
Español haya dado cosa mejor, y ni pudimos más, ni estorbamos a quien más
pudiere, ni queremos poner versión de suma autoridad a la Iglesia, ni en faltas
que hubiésemos hecho queremos ser pertinaces defensores de ellas: antes
declaramos delante del Señor y de todos sus Ángeles, que nada pretendemos en
ella que no sea su gloria y edificación de la Iglesia…”
Me impacta la
pasión, humildad, trabajo y perspectiva clara de Casiodoro de Reina. Hoy, casi
450 años después, podemos decir que por la gracia de Dios, Casiodoro venció
sobre enemigos como la Inquisición, el
oscurantismo, la ignorancia o el orgullo. Su versión de la Biblia se utiliza en
España y en toda Hispanoamérica. Una vez más Dios usó a un “vaso” que se reconocía
débil, para glorificarse y hacer llegar el agua de vida a millones de personas
sedientas.
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