1º ESO

martes, 12 de febrero de 2019

2.2. 4º ESO Bloque 2: Historia de la Salvación

El aporte de Flavio Josefo

José ben Matityahu

"... nació en el 37/38 d.C. en una familia de la clase alta sacerdotal. Recibió una esmerada formación cultural, especialmente de la ley mosaica. Poseía fincas en Judea. Inició su vida pública en el 63/64 d.C. con una misión delicada, a la edad de 23 años: defender a ciertos sacerdotes ante el emperador. Posteriormente es designado máximo jefe militar en la región de Galilea (seis meses del año 66 d.C.). Cuando la ciudad es tomada por Vespaciano se ocultó y finalmente se entrega a los romanos. En Jerusalén lo dan por muerto, y lo lloran como un héroe, pero al saber que se había rendido al enemigo lo consideran un desertor. Josefo se granjea el favor de Vespasiano y de su hijo Tito. Luego, Josefo sirve a Tito de intérprete para transmitir sus comunicados a la población judía de Jerusalén. Tras la conquista de Jerusalén, Josefo acompañó a Tito a Roma, obtuvo la ciudadanía romana. En Roma Josefo elaboró su obra. Josefo murió con posterioridad al 93/94..." (Se desconoce la fecha exacta). Tomado de Antigüedades judías, Ed. Akal, 2009, (páginas 12-14)    


Flavio Josefo escribe sobre Ciro:


1. En el año primero del reinado de Ciro, esto es a los setenta años de la transmigración de nuestro pueblo a Babilonia, Dios se apiadó de su cautividad y tribulaciones, según lo predijo Jeremías antes de la destrucción de la ciudad o sea que después de estar cautivos al servicio de Nabucodonosor y sus sucesores por espacio de setenta años, de nuevo regresarían a su tierra, edificarían al Templo y retornarían a la antigua prosperidad. Así lo predijo. Conmovieron estas profecías a Ciro, quien escribió a toda el Asia en esta forma:
"El rey Ciro dice: Puesto que el Dios supremo de toda la tierra me ha constituido en rey, creo que este Dios es el que adoran los israelitas. Este, por intermedio de profetas, predijo que restauraría su Templo en Jerusalén en tierra de Judá."

2. Ciro se informó de estos acontecimientos por la lectura del libro de sus profecías que doscientos diez años antes  había dejado Isaías. Este aseguro que Dios le dijo secretamente:
"Quiero que Ciro, a quien designaré rey de pueblos grandes y poderosos, restituya mi pueblo a su tierra y que reedifique el Templo."
Esto fue predicho por Isaías ciento cuarenta años antes de que el Templo fuera destruido. Ciro lo leyó, y admirado por la inspiración divina, ansió cumplir lo que estaba escrito. Reunió a los más ilustres judíos que se encontraban en Babilonia, y les dijo que los facultaba para que regresaran a su patria y reedificaran tanto Jerusalén como el Templo de Dios; además quería ayudarlos, y escribía a los jefes y sátrapas de las regiones vecinas a la de los judíos, que les entregaran oro y plata para la construcción del Templo y ganado para los sacrificios.

3. Después que Ciro anunció esto a los israelitas, los jefes de las dos tribus, Judá y Benjamín, así como los levitas y sacerdotes, partieron para Jerusalén. Muchos, sin embargo, quedaron en Babilonia para no abandonar sus propiedades. Una vez llegados allí, todos los amigos del rey los ayudaron y contribuyeron a la construcción del Templo, unos con oro, otros con plata y varios con gran cantidad de rebaños y caballos. Dieron gracias a Dios, y sacrificaron víctimas tal como se hacía antes, como si la ciudad estuviera ya edificada y revivieron la solemnidad de otros tiempos. 
Ciro les devolvió los vasos de Dios que el rey Nabucodonosor trasladara a Babilonia, después de haber hecho saquear el Templo. Encargó de estas tareas a Mitridade, su tesorero, con orden de entregarlos a Abasaro, para que los guardara hasta que el Templo estuviera edificado, y luego se los diera a los sacerdotes y a los jefes del Templo que lo reemplazarían. También envió una carta de este tenor a los sátrapas de Siria:

"El rey Ciro a Sisines y Sarabasanes, salud.
He permitido a los judíos que habitan en mi reino, que si es de su agrado, regresen a su patria, reedifiquen su ciudad y restauren el Templo de Dios en Jerusalén, en el mismo lugar donde se encontraba antes. He enviado también a Mitridade, mi tesorero, y a Zorobabel, jefe de los judíos, para que pongan los fundamentos del Templo y lo edifiquen, de una altura de sesenta codos y otros tantos de amplitud; harán tres ringleras de piedra lisa y una de madera del país, como también un altar en el que sacrificarán a Dios. Quiero tomar por mi cuenta los gastos que todo esto ocasione. Además, he entregado a Mitridade, mi tesorero, y a Zorobabel, jefe de los judíos, los vasos que el rey Nabucodonosor sustrajo al Templo, para que los lleven a Jerusalén y los restituyan al Templo de Dios. Son los siguientes: cincuenta vasos de oro para refrescar, y cuatrocientos de plata; cincuenta copas de oro, y cuatrocientas de plata; cincuenta jarrones de oro, y quinientos de plata; cuarenta vasos de oro para las libaciones, y trescientos de plata; treinta copas de oro y dos mil cuatrocientas de plata, y además mil utensilios de diversas clases. Además otorgo a los judíos el regalo honorífico al que están habituados desde los tiempos antiguos, esto es, doscientas cincuenta mil quinientas dracmas de ganado mayor, vino y aceite, y veinte mil quinientas artabas de trigo. Ordeno que esto se les proporcione de los tributos de Samaria. Los sacerdotes inmolarán estas víctimas según los ritos mosaicos, y al ofrecerlas rogarán a Dios por la salud del rey y de su raza, para que el reino de los persas dure largo tiempo. El que no obedeciera estas órdenes o las tuviera por nulas, será crucificado y sus bienes confiscados."
La carta estaba escrita en estos términos. Los librados de la cautividad que partieron para Jerusalén. fueron en número de cuarenta y dos mil cuatrocientos sesenta y dos.

(Tomado de Antigüedades de los judíos, tomo II, CLIE, páginas 217-219) 



A partir del minuto 6:30 el vídeo habla de Ciro