Discípulos
de la historia
Manuel Sotomayor, Granada, 2002, UGR
Historia, historias y
condicionamiento histórico
La potestad paterna, que tuvo el
máximo vigor en los primeros tiempos del mundo romano, llegó a incluir el
derecho del paterfamilias a disponer
libremente de la vida y la muerte de los hijos. (p.21)
Monjes por devoción paterna
… otras de las injustas
consecuencias de la desmesurada potestad concedida al padre por la sociedad… Me
refiero ahora a la consagración a Dios de menores de edad de ambos sexos, que
los padres entregaban a un monasterio para que profesasen en él y en él
permaneciesen de por vida…, antes del uso de la razón, por devoción y voluntad
paterna, sin que la suya propia fuese tenida mínimamente en cuenta. (p. 21)
IV Concilio de Toledo, año 633,
canon 49:
“Al monje lo hace, o la devoción de sus padres o su propia profesión;
pero de cualquiera de estos modos queda obligado. Por lo tanto, a los tales les
cerramos toda salida para reintegrarse al mundo y les prohibimos toda vuelta al
siglo”. (J. Vives, Concilios visigóticos e hispano-romanos,
Barcelona-Madrid, p. 208)
Canon 52 del mismo concilio:
“Algunos monjes que salen del monasterio, no sólo vuelven al siglo sino
que llegan has contraer matrimonio. A estos tales se les hará regresar al mismo
monasterio del que salieron y se les impondrá una vida de penitencia en el
mismo lugar de donde se apartaron.” (p. 22-23)
Esclavos y libertos
… En este particular, es cierto
que tanto los obispos galos como los hispanos poseen aún una mentalidad muy
cercana a la que queda patente, por ejemplo, en algunas disposiciones del
emperador Constantino de emendatione
servorum:
IX, 12, 1: “Si el dueño castiga a su esclavo con varas o correas o lo
retiene en el cepo para que no se escape… no tema ninguna acusación en caso de
que muera el esclavo”.
IX, 12, 2: “Queden libres de culpa los dueños cuyos esclavos mueran a
causa de los azotes propinados por el dueño.”
(CTh, IX, 12, 1 (año 319); IX,
12, 2 (año 326).
(página 25)
La legislación eclesiástica siguió
ateniéndose en materia de esclavos y libertos a la legislación civil. La misma
Iglesia, los obispos y monasterios, tenían sus propios esclavos… Solamente, que
las condiciones de los libertos de la Iglesia eran peores que las de los demás
libertos… IV Concilio de Toledo, en su can. 70:
“Los libertos de la Iglesia, como su patrona no muere nunca, nunca se
apartarán de su patrocinio, ni tampoco su descendencia, como está prescripto
por anteriores cánones.”
(p. 28)
La dignidad de la mujer
“Hemos determinado -añade el can. 7 del I Concilio de Toledo
(387/400)- que si las mujeres de los
clérigos pecan con alguno, para que en adelante no puedan pecar más, puedan sus
maridos, sin causarles la muerte, recluirlas y atarlas en sus casa,
obligándolas a ayunos saludables, aunque no mortales.” (p.30)
Medicina del cuerpo y medicina del alma
La mayor universalidad que se
pretendía se consiguió finalmente por medio de S. Pío V. Fue este el papa que
quiso que “tan saludable precepto no prescribiera de ningún modo, sino que se
observase a perpetuidad, para lo que promulgó en 1566 una constitución
apostólica:
“Con esta nuestra constitución, que ha de valer siempre, establecemos y
decretamos que todos los médicos, cuando sean llamados por los enfermos, ante
todo les adviertan que confiesen todos sus pecados a un confesor idóneo de la
santa romana Iglesia, y que no los visiten por tercer día, a no ser que el
confesor concediese al enfermo un tiempo más largo por alguna causa razonable…
Los médicos que no observen lo predicho… sean infames perpetuos y queden
totalmente privados del grado de medicina que poseían, y sean expulsados del
colegio o universidad de médicos, y además sean multados…” (p. 37-38)
… Ignacio admite que no es contra
la caridad dejar morir al enfermo sin la ayuda del médico, con tal de que el
miedo a esa amenaza induzca a muchos a confesarse… (p. 39).
El bien sabido que en el mundo
del derecho romano y, sobre todo en la práctica -no así en el derecho
germánico- se admitió la tortura como método para averiguar la verdad o como
medio de prueba en el curso de cualquier proceso civil o criminal. Lo mismo
ocurrió en la Europa cristiana, en aquellas épocas en las que prevaleció
claramente el derecho romano… (p. 40)
Derecho y deber de elegir y de excluir
El pueblo elegía a su obispo… El
pueblo estaba obligado en conciencia a deponer y sustituir a un obispo que
hubiese caído en la herejía o en la apostasía.
Conscientes de su obligación, las
iglesias de Mérida y de Astorga-León habían depuesto a sus obispos Marcial y
Basílidades, apóstatas en la persecución de Decio (año 250) y habían elegido a
sus sucesores… Manda Dios que se constituya sacerdote ante toda la sinagoga…
(p. 47-48)
…….
La iglesia siria oriental gozó
durante siglos de una extraordinaria vitalidad. Llevó el evangelio al Asia
central, a la India, a China y hasta Mongolia. Logró establecer la iglesia en
todas esas regiones, con numerosos obispos y metropolitas, mucho tiempo antes
que los misioneros occidentales descubriesen aquellos inmensos territorios. Los
misioneros sirios hicieron notables esfuerzos de adaptación al nuevo medio en
que tenían que moverse, pero no consiguieron distinguir plenamente en su propio
cristianismo lo que era puro mensaje cristiano de lo que era revestimiento
cultural sirio. Por ejemplo, la liturgia seguía celebrándose en sirio en
aquellas regiones; la teología no era el resultado de una nueva reflexión, sino
la que ellos llevaban consigo como fruto de su propia tradición, que en este
caso era la antigua tradición antioquena y, más en concreto, la nestoriana.
Lo mismo puede decirse de la gran
iglesia bizantina. Constantinopla era la nueva capital del imperio romano, la
nueva Roma. La comunidad cristiana había
crecido al amparo, sobre todo, de la de Antioquía, de la que había recibido sus
mejores obispos y sus tradiciones. Pero
la importancia de la gran ciudad hizo crecer y desarrollarse a su comunidad
cristiana hasta conseguir formas y tradiciones propias. (p. 90)
En el siglo IX, cuando santos
Cirilo y Metodio comprendieron que para evangelizar a los eslavos era necesario
poner a su alcance una biblia y una liturgia traducida al eslavo, encontraron
tenaz oposición en los obispos alemanes y en algunos papas. El argumento -el
sofisma- principal para impedir lo que se presentaba como una innovación fue,
nada menos, que “no estaba permitido alabar a Dios más que en las tres lenguas
usadas en el título de la cruz: hebrea, griega y latina”. (p. 93-94)
La conversión de Constantino
supone el comienzo de una nueva época en la manera de organizar las relaciones
de las diversas iglesias… A partir de ese momento se busca cada vez más la
unidad supranacional o supralocal en la unidad de organización, unidad esta última
que cuenta con el apoyo de la política imperial y de la legislación
nomocanónica. Las diversas iglesias o comunidades de la misma nación o cultura
se van agrupando alrededor de algunas comunidades mayores de las que dependen
en muchos aspectos (primero predicadores o misioneros, asistencia caritativa,
consejo, apoyo moral en los conflictos, etc). Y estas comunidades mayores
residen habitualmente en las ciudades principales de la región, mejor dotadas
de toda clase de medios culturales, económicos, de comunicación, etc. A estas
preeminencias puramente geográficas, algunas de las comunidades mayores podían
juntar otras estrictamente de tipo eclesiástico, como podría ser su origen
directamente apostólico.
En el año 325, en el Concilio de
Nicea, canon 6, se habla, como de cosa antigua, conocida y respetada, de la
preeminencia de algunas de etas comunidades principales:
“Permanezca en vigor la antigua costumbre vigente en Egipto, Libia y
Pentápolis, de que el obispo de Alejandría tenga facultad sobre todos éstos, ya
que también existe la misma costumbre con respecto al obispo de Roma.
Igualmente queden en salvo las prerrogativas de antigüedad propias de Antioquía
y de otras Eparquías[1]”.
En estas breves frases aparecen
ya las primeras menciones oficiales de lo que más tarde conoceremos con el
nombre de Patriarcados… El Patriarcado no es sino el episcopado de una región
determinada, unificado en la persona del patriarca. El patriarcado es la
coordinación lógica de trabajo pastoral y apostólico de los obispos de una
región.
Competencia de los Patriarcados
No todos los grandes patriarcados
históricos alcanzaron al mismo tiempo su importancia y rango. Los Concilios
llegaron a establecer un orden de honor entre ellos. Este orden fue el
siguiente: Roma, Constantinopla, Alejandría, Antioquía y Jerusalén.
Las competencias de cada
Patriarca en su región durante siglos y siglos de comunión plena entre todos
ellos, fue tan extensa que se puede hablar de una casi total autonomía
disciplinar. (p 103-105)
En el Occidente, cuyo patriarca
era además el Papa, se perdió el contacto con las demás iglesias. Se olvidó
incluso la estructura patriarcal y hasta llegó a identificarse en la práctica
ejercicio del Primado con ejercicio del patriarcado. Se llegó a no concebir que
hubiese Iglesia católica que no fuese iglesia occidental. En Roma -olvidados de
la historia- pensaban que su rito litúrgico con su lengua latina eran el rito y
la lengua “de la Iglesia”, que las costumbres, las tradiciones – más o menos
recientes por otra parte-, el derecho canónigo y la teología escolástica de su
patriarcado eran la única forma ortodoxa de ser cristianos… El hecho de no
tener en consideración más que una forma cultural del Cristianismo llevó a la
práctica de un auténtico colonialismo eclesiástico. Hasta el punto que, durante
mucho tiempo, no se admitió siquiera la posibilidad de un clero indígena.
Las distancias geográficas eran
enormes. Ate la imposibilidad de una atención directa y eficaz desde Roma, en
vez de Patriarcados surgieron el Padroado portugués y el Patronato de España,
que prácticamente convertían en cuasi-patriarcas a los reyes de la Península
Ibérica.
Los cardenales, que en sus
orígenes fueron el clero de Roma o el sínodo de obispos de su provincia
eclesiástica, suplantaron a los Patriarcas en su misión de “cumbre” de la
Iglesia, antiguamente única y universal en la diversidad.
El uniformismo siguió creciendo e
imponiéndose en la práctica y en la teoría.
(p.110-111)
La iglesia sirio-oriental
… A partir del concilio de
Mabrakta (424), bajo el católicos Dadiso, parece que la nacionalización de la
iglesia sirio-oriental queda firmemente establecida… a partir más o menos de
finales del siglo V comenzó a llamarse católicos-patriarca, el arzobispo de
Seleucia-Ctesifonte.
Para fines del siglo VIII, la
conciencia propia de la importancia de esta sede había llegado hasta tal punto,
que el católicos-patriarca Timoteo I (728-823) no sólo la consideraba como una
quinta sede patriarcal, sino como la primera de todas ellas.
… En los tiempos de su máximo
apogeo, bajo el católicos-patriarca Yahballaha III (1281-1317), llegó a contar
con unas 30 provincias eclesiásticas, con una extensión que abarcaba el inmenso
territorio de todo el Asia. (P. 154)
… Si hemos de juzgar por los
efectos. La evangelización sirio-oriental en la India, especialmente en la
costa malabar, caló hondo; la prueba es la penetración del evangelio desde muy
pronto en la población indígena y su floreciente personalidad hasta nuestros
días.
… La vida de las iglesias
fundadas en Asia por la iglesia sirio-oriental no puede ser calificada de
efímera, ni mucho menos. El testimonio de la estela de Si-ngan-fu nos sitúa en
el siglo VII. Otras comunidades asiáticas remontan su origen algún siglo más
atrás. En el siglo XIII y, en parte aún en el XIV, y a pesar de las graves
vicisitudes por las que hubieron de pasar, puede hablarse de esplendor de
muchas de esas comunidades. (p. 155)
… Por lo que se refiere a la
jerarquía, la costumbre sirio-oriental era que los obispos tenían que ser
nombrados y consagrados por el católicos-patriarca de Seleucia-Ctesifonte, y
esto sin contar con el clero ni con el pueblo. La dependencia de los
“metropolitas del exterior” era un hecho mucho menor que la de los del propio
imperio persa y a veces nombraban ellos mismos a los nuevos obispos y los
consagraban, pero, ya fuesen enviados como tales obispos consagrados desde
Persia, ya se escogiesen entre los sirios establecidos en China o en el Asia
Central, la verdad es que la jerarquía era siempre persa, aunque con rarísimas
excepciones, la más notable de las cuales fue la del monje öngüt Marcos, nacido
en China, y que llegó a ser el católicos-patriarca con el nombre de Yahball-aha
III, cuando Bagdad, la sede primada entonces, había sido ocupada por la
avalancha mongólica.
… Las inscripciones sepulcrales
de cristianos chinos que se han hallado están escritas en lengua siríaca. Lo
mismo hay que decir de la lengua litúrgica. Solamente las lecturas y los himnos
se cantaban en lengua comprensible para el pueblo. (P. 156-157)
… El reconocimiento posterior de
la autonomía del as iglesias nacionales es una superación del “colonialismo
eclesiástico” por parte de la iglesia bizantina. No es un proceso rápido ni de
desarrollo lineal. En la mayoría de los casos, las autonomías solamente se han
alcanzado después de siglos de dependencia y hubieron de conquistarse en lucha
contra la tendencia absorbente y centralizadora de la sede patriarcal de
Constantinopla. La autonomía de Bulgaria
se proclamó bajo el reinado de Simeón (93-927) y es reconocida solamente en el
siguiente reinado, el de su hijo Pedro (927-969). La de Serbia fue proclamada
en 1346 y reconocida 29 años después, en 1375. La de Rumanía se acordó en 1859
y se reconoció en 1885, después de repetidas propuestas. La de Grecia, igualmente
protestada, hubo de esperar desde 1833 hasta 1850. La autonomía de la iglesia
albanesa, proclamada en 1929, fue anulada y solamente admitida en 1937. (p.
159-160)
LEYENDA Y REALIDAD EN LOS ORÍGENES DEL CRISTIANISMO HISPANO
Las noticias históricas
No es necesario recurrir a la
leyenda para pensar que el cristianismo debió llegar a la Península en el siglo
I o muy a principios del II. Así lo hace suponer el alto grado de romanización
de Hispania, especialmente de la Bética y de su frecuente contacto militar,
comercial y político con otras regiones del Imperio. Los textos históricos más
antiguos que aluden de manera genérica a la presencia del cristianismo en
Hispania son el de Ireneo, escrito entre los años 182-188 y el de Tertuliano,
de los primeros años del siglo III. El primer texto verdaderamente importante,
concreto y explícito sobre iglesias hispanas es, sin duda, la carta de los
obispos africanos, encabezados por Cipriano, carta que ha de datarse a finales
del año 254 o primera mitad del 255.
… Esta carta, que figura con el
número 67 en el repertorio de cartas de Cipriano, aporta un buen número de
datos sobre el cristianismo hispano. En ella se citan expresamente tres
iglesias de la Península: la de León-Astorga, la de Mérida… y la de Zaragoza, de
cuyo obispo Félix dicen los africanos haber recibido también carta sobre el
mismo asunto. Se trata de comunidades bien organizadas como tales, que
manifiestamente han alcanzado ya un considerable grado de desarrollo… (p 185-186)
… comunidades que han prevalecido
tras una dura y comprometidísima persecución, como fue la de Decio, con el
agravante en este caso de no haber contado con el apoyo y aliento de sus jefes
jerárquicos. (p. 186)
El concilio de Elvira y sus actas
… sería extraordinariamente
importante poder conocer con exactitud
tres circunstancias que, desgraciadamente, no conocemos con todas las garantías
necesarias: en primer lugar, la fecha de la celebración del concilio; en
segundo lugar, el texto crítico de las actas; y, en tercer lugar, el carácter
propio del documento, es decir, si es el resultado de un solo concilio, o es
una colección canónica que, además de las deliberaciones del Concilio de
Elvira, contiene las disposiciones de otros concilios, sin hacer las debidas
distinciones.
Por lo que se refiere a la fecha,
dado que las actas no la consignan, es necesario deducirla del análisis interno
del texto y de algunos paralelismos con otros acontecimientos eclesiásticos.
Los límites extremos están bastante bien definidos entre los años 295 y 314.
(P. 187)
… Unos autores piensan que se
celebró después de la persecución (entre 306 y el 314) y otros, entre los
cuales me incluyo, antes de la persecución y, por consiguiente, alrededor del
300. (P. 188)
Actas de mártires
Existen noticias de algunos mártires
hispanos, dignas de crédito y de valor histórico, aunque en casi todos los
casos lo único cierto sea su existencia: lo que no es poco, ya que al menos dan
testimonio de la presencia, en determinadas localidades, de cristianos
firmemente persuadidos de su fe. Por lo que respecta a las actas, que narran
sus respectivos martirios y a veces sus vidas y milagros, no me atrevería a
citar más que dos, como documentos útiles para la crítica histórica: las de los
mártires de Tarragona, Fructuoso, Augurio y Eulogio y, en cierto modo, las de
las santas Justa y Rufina. (P. 190)
REFLEXIÓN HISTÓRICO-ARQUEOLÓGICA SOBRE EL SUPUESTO ORIGEN AFRICANO DEL
CRISTIANISMO HISPANO
… Más que la presencia aislada de
tales piezas y objetos cristianos de origen africano en Hispania, es la
abundancia y el conjunto de todos ellos lo que le da valor de testimonio en
favor de una especial relación de ambas iglesias, especial relación que se
confirma aún más, arqueológicamente, por otros varios indicios manifiestos, por
ejemplo, la presencia en la mitad Sur de la Península de una serie de basílicas
del siglo VI con ábsides contrapuestos. El modelo africano en este caso es
evidente y la notable semejanza de los edificios dedicados al culto puede o
debe llevar consigo semejanza igualmente en las costumbres y ritos litúrgicos,
para cuyo desarrollo se conciben y se construyen. Algo parecido se puede
afirmar a propósito de los muchos baptisterios paleocristianos hispanos que
también siguen modelos del África. (P. 194-195)
Testimonios arqueológicos
Todos sabemos que no existen en
Hispania testimonios arqueológicos cristianos anteriores al siglo IV…
Los sarcófagos paleocristianos son los testimonios arqueológicos
cristianos más antiguos en Hispania. De los años comprendidos, más o menos,
entre el 300 y el 340, se conocen en España unas 32 piezas, entre sarcófagos
enteros y fragmentos… y su expansión abarca cuatro provincias hispanas: la de
Gallaecia (Astorga y Temes), la Tarraconense (Gerona, Rosas, Barcelona,
Badalona y Zaragoza), la Cartaginense (Layos, Toledo, Erustes y Denia) y la
Bética (Córdoba, Berja, Alcaudete, Los Palacios, Itálica, Martos y Jerez). (P.
196-197)
Baptisterio de inmersión en la Basílica Paleocristiana "Vega del Mar", San Pedro de Alcántara (s. IV o VI)
Interesantísimo yacimiento arqueológico en San Pedro de Alcántara (Municipio de Marbella, Andalucía) con restos de una BASÍLICA cuyo interés destaca en:
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